miércoles, 1 de febrero de 2012

Él.

Y pensar que todo empezó como un juego de niños aquel catorce de agosto, y ahora ese juego se a convertido en realidad.
Como un sueño del que no te quieres despertar.

Vives como una niña pequeña, ilusionada, con ganas de vivir nuevas experiencias junto él, descubrir lo que es la vida acompañada de la persona que más quieres, de la que no te quieres separar nunca.
Discutir y seguidamente encontrar siempre el remedio y que te vuelvan a entrar esas ganas de abrazarle y que te abrace como nunca nadie te abrazaría.
Horas mirándonos, los mejores momentos.
No tienes ni la más pequeña duda de que él es esa persona. Aquella que te gustaría que fuese lo primero que veas cada mañana al despertarte, con la que te gustaría vivir todos los momentos más importantes de tu vida.
Escapar a cualquier sitio juntos, recorrer París de la mano y subir a la punta de la Torre Eiffel para decirte que te quiero una vez mas.

Simplemente..

Es ella, la que me entiende en cualquier momento, la que pase lo que pase nunca me faltará.
Me apoya, me ayuda y me cuida. Se llama música.
Es lo que tengo, lo que me hace seguir adelante, lo que soy, es ella.
Da igual el momento, el lugar, está en todas partes conmigo y sabe cuando la necesito.
Ha estado presente en toda mi vida, buenos y malos momentos ha estado ahí siempre y sé que siempre lo estará.
En los peores momentos de mi vida, ella ha sido la que me a acompañado en todo momento.
Es parte de mi.
Ella nunca muere, porque todas esas personas que piensan como yo, son las que nos encargamos de mantenerla viva para siempre.
Para que ayude a muchas más personas, al igual que lo ha hecho conmigo.
Mi inspiración, mi felicidad, mis ganas de luchar, todo. Todo se debe a ella.
Simplemente pedir que no me abandone jamás, que siempre la llevaré conmigo allá a donde vaya.

Mentiras.

Un buen bolígrafo en mano, cuatro folios en blanco, una vieja canción de los Red Hot Chili Peppers sonando y con mi Lucky consumiéndose como la vida misma.

No nos damos cuenta del daño que hacemos a la sociedad. Nadie entiende el porqué de las cosas.
Llevamos toda la vida escuchando que no hay que mentir, que las mentiras no nos llevan a ningún sitio...
Pero lo mejor de todo es que hasta nosotros mismos nos creemos nuestras propias mentiras.
Todos mentimos, algunos más, otros menos... Pero pararos a pensar tan solo un minuto, ¿Creéis que todo sería diferente sin mentiras? ¿Cambiaría algo?
Todo depende de algo, sea por no perjudicar a alguien que quieres, para no hacer daño, por ocultar algo o simplemente por nosotros mismos.

Queramos o no, la verdad siempre acaba llamándonos a la puerta a todos y llega el momento que te das cuenta de todo el daño que has hecho a la gente, pero sobre todo a ti mismo.
Te costará creer las cosas que te dicen por mucho que lo intentes.
Desconfiarás hasta de tu propia sombra, solo por el hecho de que tu has hecho lo mismo.

Engañado se vive bien, si, pero hasta cierto punto. Piensa que siempre no será así y que tarde o temprano te acabaras dando cuenta y entonces será cuando tengamos que ser lo suficientemente maduros como para afrontar las consecuencias de nuestros propios hechos.